GONZALO MEDINA PÉREZ, Catedrático en Comunicación Social por la Universidad de Antioquia. Querido Carlos. Leí tu historia de amor y, de entrada, no lo dudé un momento: renuncié a la arquitectura de la novela como mi centro de interés en calidad de lector y, poco a poco, me dejé llevar por los sentimientos duramente encontrados que despliega tu relato: la conquista de Sofía, la entrega total inevitable, los momentos vividos a lo largo de 50 años intensos que confluyeron en un desenlace del que, luego de la lectura, aún no me repongo: ya sabes a cuál me refiero...me cuesta describirlo. Sobre todo cuando me remito a la narración sobrecogedora de la página 108: me pongo en tu lugar y reconozco mi cobardía no solo para imaginar lo que sentiste, sino para pensar por un instante en ser yo quien se chocara contra tan implacable celada que, con toda su crueldad, te tendió la vida. En ese pasaje de tu narración -tal vez para hacer más duro el impacto que recibí al leer aquel-, regresé por instinto a la página 35 y releí: "Semejaba una sílfide del Olimpo, o tal vez Terpsícore, la musa de la danza. Su rostro era de una simetría perfecta, pero quizás eran sus ojos, grandes, almendrados, par de luminarias de azul cambiante, según la luz que tuvieran, los que la convertían en una beldad casi etérea. Su cuerpo, muy delgado, pero perfectamente modelado, un fino cuello de Bernini o de Boticelli. Su cabello largo y negro le caía hasta los hombros y su piel sedosa, entre transparente y brillante, parecía como de cristal pulido. Una flor turquesa diminuta, en cada oreja, le duplicaban la mirada, y su sonrisa serena era como para calmar a un dinosaurio”. A pesar de que en el libro lo cuentas, no puedo dejar de preguntarme y preguntarte: ¿Cómo te has sobrepuesto, apreciado amigo? Sobre todo cuando ya no contabas con Sofía. Carlos: es por ello que afirmo que tu historia de amor es una que trasciende la muerte, porque junto con tus hijos y toda tu familia y con la fuerza que inspiró el sentimiento de Sofía -ausente y a la vez presente- fuiste capaz de exorcizarla. Las vivencias y las propias lecturas -pero sobre todo las primeras- nos obligan, a quienes posamos de racionales, a abrirle la hendija del pensamiento a aquello que, asombrados, solo nos permite definirlo con una pregunta: ¿qué es? ¿Por qué es? ¿Qué será?, tal el título de la canción del brasileño Chico Buarque y que más conocemos en la versión de Willie Colón. Con ello comparto tu asombro ante el milagro -no hay otra palabra- que vivieron en el aeropuerto de Nueva York con el taxista pakistaní mostrándote tu bolso con los ya inalcanzables pasaportes. Pienso que hoy ese acontecimiento -incluida la respuesta de Sofía cuando definió aquello como "milagro"-, te acerca y te hace sentir más cerca y viva la presencia de Sofía. Gracias por compartirme este homenaje sentido a quien seguirá presente en ti hasta el último segundo de tu vida...o, a propósito, más allá de ella. Abrazo fraterno y todo mi reconocimiento, estimado Carlos. CARLOS CORTÉS, Catedrático de literatura en Estudios Generales, UCR. Querido Carlos: Muchas gracias por la presentación de anoche. Acabo de terminar de leer tu libro. Desde que te conocí, en casa de Carlos Catania, noté que incluso el timbre de voz te cambiaba cuando pronunciabas el nombre de María o de La Macha, como una emoción que te reverberaba por dentro. Ese es el tono con el que está escrito el libro como un acto de supervivencia y de redención. Ahora que se acerca la Semana Santa no me olvidaré nunca de la Semana Santa del año pasado cuando nos invitaste a la casa y vi a María por última vez. Me impresionó su fuerza y esa alegría de vivir con la que llenás las páginas de tu libro y que abarcó la vida total que compartieron. Ante el absoluto misterio de la vida y de la muerte es muy poco lo que puedo decirte salvo agradecerte por un libro escrito con sangre, como dijiste anoche, con las vísceras, que está a la altura de todo lo que en el mundo puede llamarse amor, el más puro amor. GERARDO CONTRERAS, catedrático de historia por la UCR Leer y a la vez reflexionar, sobre la reciente novela-testimonio de Carlos Morales, es en definitiva pensar y repensar sobre esos dos grandes paradigmas: la vida y la muerte. Sin la menor duda para el lector, esta obra es un homenaje a ultranza sobre la PERSONA AMADA, como también una manera muy sui géneris de vivir el duelo, que no es cualquier duelo. La Señora María, fue, a decir verdad, lo que su esposo Carlos Morales, escribe letra a letra, palabra a palabra. Una MUJER empoderada, posicionada de sus roles, desde una perspectiva muy sensata de lo que suele denominarse Perspectiva de Género. Ella, nos narra el autor, cumplió a cabalidad sus sueños, sus deseos, nunca se dejó amilanar por circunstancias adversas. Vivió la VIDA como debe vivirse, esto es, intensamente, ahí con sus seres queridos, con una conducta prístina, dando ejemplo a cada instante. La novela, en mi criterio, es una muy buena catarsis del autor ante ese SER SUPERIOR, con la que convivió por espacio de medio siglo. Creo que leyéndola, todas y todos, aprenderíamos aún más sobre cómo engrandecer el AMOR, en el día a día. Dr. Juan Diego Castro, catedrático de derecho y seguramente el abogado más famoso del país. Asistí al “nacimiento” del libro “Es la historia de un amor”, del novelista Carlos Morales Castro, en la Librería Internacional. Cuando leí cada capítulo de esta vibrante y preciosa novela, recorrí con Sofía y con Alberto Del Río, esos instantes maravillosos, desde la puerta negra hasta la muerte, del enamoramiento hasta el dolor. Otra genial obra de mi apreciado amigo. Comments are closed.
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