Publicado en Semanario UNIVERSIDAD del 17-01-03.
Carlos Morales Es factible admitir –a la luz de los hechos aquí divulgados– que los síntomas de descomposición institucional que agobian ha rato al país, se han presentado un poco más tarde en nuestra universidad y también es probable que muchos –los más viejos– no lo quieran ni reconocer. Pero lo que no es admisible, a estas alturas del proceso, es mirar la debacle con indiferencia, huir por la derecha o cruzarse de brazos y dejar que todo se lo lleve el diablo. A partir de 1989, con la caída del muro, el desmembramiento de la Europa del Este y la desaparición de la bipolaridad ideológica, ingresamos en una turbia posmodernidad que abrió el espacio a una sociedad globalizada, hiperconsumista, amoral, desprovista de referencias en todos los campos y con una ética acomodaticia, sin valores, donde impera el fratricidio hobbesiano de “quítate tu pa ponerme yo”. Esta tragedia caíniana de la contemporaneidad pareciera ser resultado del hundimiento de algunas utopías colectivistas en las que muchos pusimos la fe y luego las vimos enterrarse entre podredumbre y avaricia. El fracaso del socialismo real en la antigua URSS, las miserias etnocidas en los Balcanes y el aborto de procesos revolucionarios en El Salvador y Nicaragua, propiciaron seguramente el abandono de posiciones, el reciclaje ideológico, la entrega de banderas, el intercambio de sectas y el “valemadrismo” , actitudes explicables cuando la fe se extingue y se da por agotado el combate. Todo este cisma ideológico-estructural vino parejo con el avance de la corrupción y el triunfo del nuevo orden económico (Bush dixit), por lo que actos individuales o focalizados, no pueden ser excluidos de ese contexto que nos recalca cómo lo podrido, lo mediocre y lo frívolo son inherentes al posmodernismo neoliberal que vivimos o sufrimos o soportamos. Así de negro el panorama, uno puede comprender que millones de personas se desmarquen y vivan con indolencia y desprecio el mundo lamentable que nos va quedando, pero ni aun ello será justificativo para descartar los sueños y abandonarse a la marea de la impudicia. A veces –en las estructuras burocráticas– la presión de lo caótico, de lo mediocre y de lo corrupto es tan fuerte, que valoramos la conveniencia de callar para que no se expanda, o para reducir un inevitable daño a la institución que nos desvela. Pero esa actitud temerosa nos vuelve cómplices y nos corrompe, aparte de que no hay fetidez tan despreciable como la putrefacción de los sepulcros blanqueados o la pus de los pantanos serenos, cuyas aguas enfermas se vuelven explosivas si no se oxigenan. Función primordial de la prensa libre es ventilar las lacras e impedir que las mayorías silenciosas corrompan el cuerpo social con su indiferencia, su ignorancia o su mal pagado silencio. Pero víctima del mal del siglo, también la prensa prefiere a veces edulcurar que denunciar, encubrir que destapar, frivolizar que tocar fondo. En Costa Rica, el periódico UNIVERSIDAD ha sido bastión de la denuncia valiente y fue por eso que, en 1994, le concedieron el Premio Joaquín García Monge de Periodismo. También por eso se le ha perseguido, se le ha recortado, se le ha injuriado y ahora, que sufre nueva batida, es cuando más debe levantar su voz, porque si lo han de estrangular es mejor que sea en su digna ley y no en la de sus cobardes y tradicionales enemigos. En medio de una universidad caótica, cuyos principios se enredan entre el negociado personal, el usufructo familiar, la ausencia total de liderazgo, la mediocridad rampante, la persecución febril y un declive general que pareciera intencionado a que florezcan las universidades privadas, el Semanario es la única voz que queda para que no todo se lo lleve el diablo. En este año crucial de 2003, habrá que ventilar unos 200 casos judiciales que penden sobre la UCR por mala administración, los constantes amparos, las denuncias ante la OIT, la deuda salarial. Incluso hay un peculado por ¢300 millones (expediente 01-1632-175-PE-A2) que indaga el Ministerio Público contra autoridades de FUNDEVI. Es preciso esclarecer las recontrataciones ilegales, los sueldos duplicados en Conavi, los triple tiempos completos médicos, el pago ilegal de la UCRP (universidad paralela) a profesores de maestrías e institutos en verdaderos biombos académicos, los sobresueldos con plata del Laname, los arreglos de jardinería autoasignados, los cobros de comisión ilícitos en la JAFAP, los viáticos dobles vía Fundevi, los sobresueldos y computadoras irregulares en la Jurídica, la venta de asesorías al mismo patrono, el traspaso de bienes institucionales a entidades privadas, los nombramientos sin concurso ni requisitos, el hostigamiento en la ODI, los pinchazos telefónicos, la pedofilia en Letras y en fin, una sarta de corruptelas ya documentadas que pueden llevar al exterminio a la más grande universidad del país. Víctimas impotentes de toda esta crisis, los empleados de la UCR pusieron a circular el años pasado un servicio electrónico firmado “Escuadrón antichorizos y anticorruptos”, donde se recoge toda la atmósfera de descomposición que vive la entidad, pero que al mismo tiempo es una voz anticipatoria de la explosión que se puede venir si se siguen lapidando los recursos del pueblo en gollerías personales y familiares, como si la UCR fuera otro Banco Anglo. En una asamblea académica me tocó ver cómo una mayoría de alineados, saltándose todas la reglas preestablecidas, se empecinó hasta el histerismo para regalarle condición de docente becario al exterior y reserva de plaza a un alumno que, a la postre, resultó ser el hijo de una Vicerrectora. Y resulta que ese beneficiario es a la vez hijo y sobrino de autorecetados exbecarios y primo putativo de otros dos becarios que llevan muchos años en el extranjero viviendo a expensas de la UCR, sin que nadie diga esta boca es mía. En la caótica asamblea, varios profesores se salieron del recinto como protesta, los siguieron los estudiantes y, la directora, que auspició la servil moción, consiguió un inmediato acuerdo firme y presentó en el acto su renuncia!… ¿Y el rector?… Ese debe andar en España. Cientos de universitarios han optado por huir despavoridos hacia la empresa privada. Pero esa no es la solución. La alternativa está en la lucha. En las nuevas propuestas. En el rescate de la dignidad institucional que nos exige la memoria de Facio, Monge, Azofeifa, Obregón, Jiménez y tantos otros creadores de una UCR mirando al sol. Y, así, en medio de esta tiniebla, comenzamos el 2003. No son buenas señales para el año, pero ya por dicha es el último. |
Por una bio-pic del autor haga clic
InformaciónEsta página del escritor costarricense Carlos Morales fue inicialmente confeccionada a partir de una bio-bibliografía realizada, para la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Costa Rica, por la entonces alumna Ana Ruth Sanabria Méndez, en mayo de 2001. Con el paso de los años, se le agregaron otros contenidos y se ha actualizado con la obra periodística y literaria del autor.
|