El nuevo libro de Carlos Morales no es una novela, es un ensayo literario que pretende ahondar en la figura psicológica del ego, pero no a partir de lo científico, sino de la vivencia personal. Acude para ello a personajes públicos muy conocidos y los enfoca con cierto humor blanco. El siguiente pasaje corresponde al capítulo décimo, titulado “Carácter y temperamento”. En un momento raro de exquisita complicidad, en aquellas conversaciones cafeteras de La Vasconia, y no recuerdo a propósito de cual tema, me atreví a preguntarle a don José Marín Cañas si no era él un tanto petulante, como opinaba mucha gente, a lo que me respondió: – No hombre, ¿petulante yo?, si soy un pimpollo, petulantes Luis Burstin o Guido Sáenz, y nos doblamos de la risa. Solo que en esa época no destacaban, por tales méritos, Oscar Arias, ni Jacques Sagot, ni Paté Centeno, ni Epsi Campbell y, atención: tanto Luis Burstin como Guido Sáenz eran discípulos y amigos muy próximos de él. Yo no tanto. Como buen gachupín monárquico que era, don Pepe Marín tenía un discurso temperamental irrebatible y, con su traje oscuro, paraguas y sombrero Borsalino, parecía muy arrogante. Todas sus charlas eran chispeantes, pirotécnicas y con un humor sutil que tendía a lo inglés. Beto Cañas dijo que hablaba mejor que como escribía y que “cada frase que profería era como un hachazo: definitiva y sin apelación”. Por eso yo lo escuchaba. Era mi papel. Conversábamos sobre estos fenómenos del ego a guisa de broma, de un modo divertido, con mucha risa y sin sentido peyorativo; más bien con admiración, pues en cierta forma veíamos que aquella quiniela de pesos pesados era en verdad algo meritoria. O más que algo. Él mismo los apreciaba y acaso los seguía influyendo. Ya en nuestros días, la competencia estaría marcada por Laureano Albán, Jacques Sagot, Oscar Arias y Paté Centeno. Hay que indicar que Guido Sáenz jamás cayó del avión, pero ya no ejerce esos aires y es un pacífico nonagenario que todavía toca el piano y pone a gozar a sus contertulios en un hotel de ancianidad. Y Albán casi no se nota. No me incluyo yo, porque carezco de méritos y si bien hago esfuerzos reconocidos por mis enemigos, no estoy a sus alturas. Pero algunos se empeñarían en incluirme y, en todo caso, como ya está dicho, la clasificación no está en manos de los competidores, sino de los observadores. O sea, la gradería, y esta muchas veces se equivoca. Vox populi no necesariamente vox dei, como podría acotar el otro pianista. Nótese que todos son personajes distinguidos y tienen un currículo loable a sus espaldas. No son lo mismo, por supuesto, que los animadores y socialités del mundillo farandulero de la tele local o internacional, donde las prótesis nalgares, las pocas neuronas y los maquillajes de Revlon, son tan usuales como en el escenario griego del Pireykon. En ese risible ambiente son personajes, pero de campanillas, que simulan grandeza aunque solo los conforma la mediocridad inoculada por los medios corporativos y las redes anti-sociales de la actualidad. Casi siempre aliados en intereses empresariales comunes que inventan ídolos de barro para reforzar su poder y riqueza. –¡Que va de faruscas, en el caso nuestro es pura meritocracia! –diría Oscar Arias. Y tiene razón, porque un ego mal administrado o negativo es el que se sustenta en un nombramiento pasajero, un cargo político de a dedo, un premio amañado, un sitial de relumbrón; mientras que el ego positivo es el que palanquea para conquistar una meta loable y, una vez conquistada, se empequeñece o disimula para disfrutar de lo actuado, de lo construido, del camino, porque el éxito, el triunfo, no están en lo alcanzado, en los laureles, sino en el camino recorrido, en lo labrado. |
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InformaciónEsta página del escritor costarricense Carlos Morales fue inicialmente confeccionada a partir de una bio-bibliografía realizada, para la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Costa Rica, por la entonces alumna Ana Ruth Sanabria Méndez, en mayo de 2001. Con el paso de los años, se le agregaron otros contenidos y se ha actualizado con la obra periodística y literaria del autor.
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