Tomado de: www.teletica.com @riete con Juan Diego Castro Hace más de treinta años, una noche de bohemia en el Tango Bar, acompañado del magistral bandoneón de Oscar El Che Molinari, un joven juez civil, cantaba tangos… “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé; en el quinientos seis y en el dos mil también; que siempre ha habido chorros, Maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dubles, pero que el siglo veinte es un despliegue de malda' insolente ya no hay quien lo niegue; vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos…” Los amigos gardelianos concurrieron durante decenios al mágico rito nocturno, convocados por aquel genial bandoneonista venido del sur, profeta porteño del tango que encendió el fuego apasionado de los pibes y de las pebetas costarricenses. Los cantores tenían sus reglas, ninguno podía repetir los tangos preferidos de los demás, y esperaban pacientemente el turno para deleitar al selecto y fiel público que acudía compartir la copa de la emoción garufa. Un juez, inteligente y honrado, enamorado hasta hoy del tango, tomaba el micrófono y el silencio litúrgico se rompía con su voz. Los amigos del “Che” vibraban y cantaban en coro. Dicen que una vez llegó un magistrado, libó su copa y disfrutó del aroma bonaerense en San José. La maledicencia no se hizo esperar. Los comentarios sangrones y sin razón se esparcieron por los altos pisos del enclenque edificio de travertino… “¡Un juez no debe cantar tangos! Eso no es bien visto. Los jueces deben guardar las apariencias. La Corte no puede tolerar esas conductas…” La doble moral y la hipocresía de algunos magistrados, ayer como ahora, les permitía ir a escuchar tangos, con el chofer y su carro oficial esperándolos en el parqueo o emborracharse en Santa María de Dota y regresar con policías del OIJ como choferes. Criticar a un juez decente que ama la música y no quebranta ninguna norma ética, era absurdo y ridículo. Habría que ver cómo les iría a muchos de ellos con un ligero examen de sus conductas en sus menesteres y en sus ratos de ocio. Pero bueno, el tango es lo importante y ya sabemos que el poder perpetuo es más que una adicción perversa, es avaricia, es petulancia sin límites, es de la peor arrogancia. Aquel juez supremo que estuvo una noche en el Tango Bar, llegó a la gran “mesa de herradura” del segundo piso, rasgándose la toga, y sus colegas se espantaron... ¡Qué gozada! Anoche, entre amigos tangueros convocados por el escritor Carlos Morales y su esposa María Quirós, conmemoramos los ochenta años de la partida del Zorzal Criollo. Los amantes del tango gozamos de una noche fantástica, llena de música, de historia, de cuentos maravillosos y de poesía argentina. Anoche, acompañado del guitarrista fundador del Trío Alma de América, don Miguel Rodríguez, escuchamos al gran abogado civilista, profesor de muchísimas generaciones de estudiantes de Derecho, quien fuera uno de los mejores jueces civiles de la capital, cantante genial de tangos, declamador de poesías lunfardas, historiados gardeliano. Anoche, descubrí que don Ricardo Hilje es un excelente tanguero. |
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InformaciónEsta página del escritor costarricense Carlos Morales fue inicialmente confeccionada a partir de una bio-bibliografía realizada, para la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Costa Rica, por la entonces alumna Ana Ruth Sanabria Méndez, en mayo de 2001. Con el paso de los años, se le agregaron otros contenidos y se ha actualizado con la obra periodística y literaria del autor.
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