Este artículo fue publicado en el Semanario Universidad en abril del año pasado, pero el autor nos ha pedido que lo recordemos en estas fechas con motivo de la campaña política que comienza en Costa Rica. Ya van a ser cincuenta años desde que mi mejor amigo de la adolescencia me invitó a visitar el galerón de su Partido para que “nos dieran el carné de la juventud”.
En un segundo piso del Manchester bar, en Guadalupe, estaban regalando artículos muy coquetos para los futuros votantes de nuestra patria. Obsequiaban banderitas de colores, pitos, viseras, pañoletas con la insignia del Partido, y botoncitos de lata con la efigie del candidato. [Descargar] Publicado en La Nación el viernes 6 de junio
De la redacción Hárold Leandro Camacho Redactor de La Nación La pregunta de por sí me hiela la sangre porque me es imposible creer que haya mordaza en el Semanario Universidad, en el que me inicié como periodista y donde siempre ha predominado el respeto por la libertad de expresión y de prensa. Los aires, sin embargo, traen noticias que me sorprenden y me dejan atónito: existe miedo entre los redactores para referirse a temas relacionados con la Universidad de Costa Rica (UCR) porque están vedados; les censuran las notas que no favorecen a la administración actual y hay un ambiente de silencio en la redacción. Me sorprende aún más que los estudiantes que ingresan al Semanario , que por muchos años se constituyó en una gran escuela de periodismo, solo puedan hacer prácticas en la sección de Universitarias y que reciban talleres de “género”, para que escriban con un lenguaje “inclusivo”, que equivale a decir “los y las” y a convocar al carnaval de las codiciadas y posmodernas “arrobas”. No puedo pensar ni siquiera por un instante, que al Semanario Universidad , un periódico que defendió la libertad de pensamiento, lo hayan convertirlo en un triste y servil boletín de prensa, de los tantos que abundan en nuestro país. Me niego a creer que el Semanario esté sujeto a las “noticias positivas”, por que ahí “ya no se publican más notas contra la administración”, del rector Gabriel Macaya, como quedó claro por parte de la directora Thaís Aguilar. Señor Macaya, como exredactor del Semanario , exalumno de la UCR y como ciudadano, le exijo aclare a los costarricenses si usted ordenó cercenar la independencia del Semanario . De paso, podría explicarnos cuál es su política con los medios universitarios pues entiendo que el miedo y la represión también son moneda de uso corriente en la radio y el canal de televisión.. Publicado en La República el lunes 19 de Mayo, 2003
María Siu [email protected] - Comunicadores de la Universidad de Costa Rica aseguran que existen mordazas para publicar críticas a la administración del centro educativo - Los jerarcas de la institución afirman que las acusaciones son falsas y que las quejas vienen de un pequeño grupo de personas que no hacen bien su trabajo - El Consejo Universitario investiga si existen casos de censura previa y persecución laboral en los medios de comunicación de esa institución ante las denuncias de 18 funcionarios Lo que comenzó como un pequeño conflicto laboral a lo interno de algunos medios de la Universidad de Costa Rica (UCR) se convirtió, a principios de este año, en una disputa de poder que ahora involucra tanto a miembros de la administración como del Consejo Universitario. Por un lado, varios periodistas de la UCR afirman que son víctimas de supuestos actos de persecución laboral y censura para publicar críticas en contra de la administración; mientras, por otro, los jerarcas aseguran que esas acusaciones son falsas. Esta problemática motivó que los miembros del Consejo Universitario nombraran una comisión para investigar el asunto. Cabe destacar que esta situación aparece en un contexto de cambios y reorganización administrativa en los medios de comunicación de la UCR, los cuales están adscritos a la Vicerrectoría de Acción Social. Según Oscar Mena, miembro de la comisión de investigación, el Consejo Universitario decidió por mayoría abrir una investigación en la sesión 4.744 del 12 de febrero de este año debido a que los funcionarios de los medios de comunicación aportaron una serie de pruebas. Dos días antes el Consejo Universitario recibió una carta de denuncia con la firma de 18 periodistas del Semanario Universidad, de las radios culturales (Radio U y Radio Clásica) y de la Oficina de Divulgación. En ese documento los funcionarios de los medios alegan amonestaciones constantes, abusos de autoridad, hostigamiento laboral, censura previa, falta de planes para desarrollar los medios y carencia de requisitos e idoneidad profesional en el nombramiento de algunas jefaturas. El rector de la UCR, Gabriel Macaya, calificó de ridículo el hecho de que algunos periodistas de esa institución aseguren que existe una mordaza para no publicar críticas en contra de la administración. “Creo que es un problema de algunas personas que quieren crear una cortina de humo hacia la capacidad de gestión del pasado, en la dirección de los medios de la UCR hay funcionarios responsables”, afirmó Macaya. Los periodistas justifican su iniciativa en el hecho de que esa situación contribuye al desmantelamiento de los medios y atenta contra la libertad de expresión. En el caso de Semanario Universidad, los periodistas denuncian censura previa en algunos reportajes por parte de la directora de ese medio, Thaís Aguilar, y persecución de la vicerrectora de Acción Social, Leda Muñoz, por medio de amonestaciones. “La directora del Semanario Universidad se niega a publicar el reportaje “Medios de Comunicación denuncian persecución laboral”, elaborado por el redactor Eduardo Ramírez. La señora Aguilar argumenta que no tiene equilibrio, que los hechos relatados no son noticia y que por ende no le interesan a nadie. Advierte sobre la intención de no publicar noticias negativas sobre la administración Macaya”, expresa el documento. LA REPUBLICA consultó a la directora del Semanario acerca de esa y otras denuncias. Aguilar contestó que por teléfono no daba declaraciones y que todo lo que han dicho es absolutamente falso. El Semanario Universidad tiene más de 30 años de creación y se caracteriza por ser un baluarte de la libertad de expresión en la región centroamericana, e incluso es catalogado por muchos como “el periódico más libre”. Ahí radica la preocupación de algunos de los periodistas que laboran para ese medio y que exigieron el anonimato por temor a represalias. “Las autoridades educativas siempre han querido que este periódico tenga una línea oficialista, si bien este medio es financiado por la UCR, no es la voz oficial”, afirmó uno de los periodistas. Carlos Morales, ex director del Semanario, advirtió que cuando él estuvo en ese cargo hubo presiones por lo que el periódico publicaba. “Lo que quieren es convertir al periódico en un boletín institucional para que deje de denunciar las fallas internas de la institución”, comentó Morales. Por su parte, la vicerrectora Muñoz declaró respecto a la directora del semanario que es una buena periodista y hace un trabajo excelente. “El director de un medio debe tener algunas libertades, ese problema viene de dos o tres personas que no hacen bien su trabajo, me parece terrible que los directores no puedan tomar decisiones internamente”, manifestó Muñoz. Agregó que el Consejo Universitario carece de facultad para hacer una investigación en ese sentido, comentario que causó malestar entre los miembros de esa entidad. “El artículo 30 del estatuto orgánico habla de las funciones del Consejo Universitario y una de ellas es fiscalizar la gestión de la UCR para la buena marcha de la institución, me sorprende la actitud de Leda Muñoz, así como su cuestionamiento”, comentó Mena. En cuanto a los problemas que plantearon los periodistas del Semanario, Mena comentó que ese periódico perdió el perfil de denuncia. “La vicerrectora Muñoz me contestó que daría un taller de libertad de expresión y de prensa a los miembros del Consejo Universitario, cuando yo le pregunté por qué no se publicó el reportaje de Eduardo Ramírez que hacía alusión a la persecución en los medios”, enfatizó Mena. Los funcionarios de las radioemisoras culturales denunciaron atropellos laborales y los de la Oficina de Divulgación cuestionaron que el cargo de director esté en manos de un profesional en historia en lugar de un periodismo. Según el documento de denuncia, entre los problemas suscitados en la radio está el cierre del noticiario “A Tiempo” por una situación de hacinamiento. El director de ese medio, Nelson Brenes, comentó que esas acusaciones se basan en la llamada de atención a algunos funcionarios que cometieron violaciones al contrato de trabajo. “Aquí no hay espacio físico y teníamos a 30 ó 40 estudiantes para hacer el noticiario, el rector Macaya tiene plena conciencia de que aquí no hay ni espacio, ni presupuesto para la producción”, explicó Brenes. Pese a que en este momento el Consejo Universitario realiza una investigación en torno a las acusaciones, los primeros resultados podrían estar a largo plazo, en vista de que los miembros de ese ente aseguran que algunas autoridades educativas se niegan a cooperar. [Más Información] Fuera del conflicto - A diferencia del resto de los medios de comunicación de la Universidad de Costa Rica (UCR) los funcionarios del Canal 15 aseguran que en su caso no hay presiones laborales. El director de ese medio, Carlos Freer, manifestó a LA REPUBLICA que no ha sentido persecución alguna y que, por el contrario, agradece el apoyo por parte de las autoridades educativas. “Con nosotros la Rectoría y Vicerrectoría de Acción Social han colaborado mucho, sobre todo para la adquisición de equipo”, replicó Freer. Publicado en Semanario UNIVERSIDAD del 17-01-03.
Carlos Morales Es factible admitir –a la luz de los hechos aquí divulgados– que los síntomas de descomposición institucional que agobian ha rato al país, se han presentado un poco más tarde en nuestra universidad y también es probable que muchos –los más viejos– no lo quieran ni reconocer. Pero lo que no es admisible, a estas alturas del proceso, es mirar la debacle con indiferencia, huir por la derecha o cruzarse de brazos y dejar que todo se lo lleve el diablo. A partir de 1989, con la caída del muro, el desmembramiento de la Europa del Este y la desaparición de la bipolaridad ideológica, ingresamos en una turbia posmodernidad que abrió el espacio a una sociedad globalizada, hiperconsumista, amoral, desprovista de referencias en todos los campos y con una ética acomodaticia, sin valores, donde impera el fratricidio hobbesiano de “quítate tu pa ponerme yo”. Esta tragedia caíniana de la contemporaneidad pareciera ser resultado del hundimiento de algunas utopías colectivistas en las que muchos pusimos la fe y luego las vimos enterrarse entre podredumbre y avaricia. El fracaso del socialismo real en la antigua URSS, las miserias etnocidas en los Balcanes y el aborto de procesos revolucionarios en El Salvador y Nicaragua, propiciaron seguramente el abandono de posiciones, el reciclaje ideológico, la entrega de banderas, el intercambio de sectas y el “valemadrismo” , actitudes explicables cuando la fe se extingue y se da por agotado el combate. Todo este cisma ideológico-estructural vino parejo con el avance de la corrupción y el triunfo del nuevo orden económico (Bush dixit), por lo que actos individuales o focalizados, no pueden ser excluidos de ese contexto que nos recalca cómo lo podrido, lo mediocre y lo frívolo son inherentes al posmodernismo neoliberal que vivimos o sufrimos o soportamos. Así de negro el panorama, uno puede comprender que millones de personas se desmarquen y vivan con indolencia y desprecio el mundo lamentable que nos va quedando, pero ni aun ello será justificativo para descartar los sueños y abandonarse a la marea de la impudicia. A veces –en las estructuras burocráticas– la presión de lo caótico, de lo mediocre y de lo corrupto es tan fuerte, que valoramos la conveniencia de callar para que no se expanda, o para reducir un inevitable daño a la institución que nos desvela. Pero esa actitud temerosa nos vuelve cómplices y nos corrompe, aparte de que no hay fetidez tan despreciable como la putrefacción de los sepulcros blanqueados o la pus de los pantanos serenos, cuyas aguas enfermas se vuelven explosivas si no se oxigenan. Función primordial de la prensa libre es ventilar las lacras e impedir que las mayorías silenciosas corrompan el cuerpo social con su indiferencia, su ignorancia o su mal pagado silencio. Pero víctima del mal del siglo, también la prensa prefiere a veces edulcurar que denunciar, encubrir que destapar, frivolizar que tocar fondo. En Costa Rica, el periódico UNIVERSIDAD ha sido bastión de la denuncia valiente y fue por eso que, en 1994, le concedieron el Premio Joaquín García Monge de Periodismo. También por eso se le ha perseguido, se le ha recortado, se le ha injuriado y ahora, que sufre nueva batida, es cuando más debe levantar su voz, porque si lo han de estrangular es mejor que sea en su digna ley y no en la de sus cobardes y tradicionales enemigos. En medio de una universidad caótica, cuyos principios se enredan entre el negociado personal, el usufructo familiar, la ausencia total de liderazgo, la mediocridad rampante, la persecución febril y un declive general que pareciera intencionado a que florezcan las universidades privadas, el Semanario es la única voz que queda para que no todo se lo lleve el diablo. En este año crucial de 2003, habrá que ventilar unos 200 casos judiciales que penden sobre la UCR por mala administración, los constantes amparos, las denuncias ante la OIT, la deuda salarial. Incluso hay un peculado por ¢300 millones (expediente 01-1632-175-PE-A2) que indaga el Ministerio Público contra autoridades de FUNDEVI. Es preciso esclarecer las recontrataciones ilegales, los sueldos duplicados en Conavi, los triple tiempos completos médicos, el pago ilegal de la UCRP (universidad paralela) a profesores de maestrías e institutos en verdaderos biombos académicos, los sobresueldos con plata del Laname, los arreglos de jardinería autoasignados, los cobros de comisión ilícitos en la JAFAP, los viáticos dobles vía Fundevi, los sobresueldos y computadoras irregulares en la Jurídica, la venta de asesorías al mismo patrono, el traspaso de bienes institucionales a entidades privadas, los nombramientos sin concurso ni requisitos, el hostigamiento en la ODI, los pinchazos telefónicos, la pedofilia en Letras y en fin, una sarta de corruptelas ya documentadas que pueden llevar al exterminio a la más grande universidad del país. Víctimas impotentes de toda esta crisis, los empleados de la UCR pusieron a circular el años pasado un servicio electrónico firmado “Escuadrón antichorizos y anticorruptos”, donde se recoge toda la atmósfera de descomposición que vive la entidad, pero que al mismo tiempo es una voz anticipatoria de la explosión que se puede venir si se siguen lapidando los recursos del pueblo en gollerías personales y familiares, como si la UCR fuera otro Banco Anglo. En una asamblea académica me tocó ver cómo una mayoría de alineados, saltándose todas la reglas preestablecidas, se empecinó hasta el histerismo para regalarle condición de docente becario al exterior y reserva de plaza a un alumno que, a la postre, resultó ser el hijo de una Vicerrectora. Y resulta que ese beneficiario es a la vez hijo y sobrino de autorecetados exbecarios y primo putativo de otros dos becarios que llevan muchos años en el extranjero viviendo a expensas de la UCR, sin que nadie diga esta boca es mía. En la caótica asamblea, varios profesores se salieron del recinto como protesta, los siguieron los estudiantes y, la directora, que auspició la servil moción, consiguió un inmediato acuerdo firme y presentó en el acto su renuncia!… ¿Y el rector?… Ese debe andar en España. Cientos de universitarios han optado por huir despavoridos hacia la empresa privada. Pero esa no es la solución. La alternativa está en la lucha. En las nuevas propuestas. En el rescate de la dignidad institucional que nos exige la memoria de Facio, Monge, Azofeifa, Obregón, Jiménez y tantos otros creadores de una UCR mirando al sol. Y, así, en medio de esta tiniebla, comenzamos el 2003. No son buenas señales para el año, pero ya por dicha es el último. |
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InformaciónEsta página del escritor costarricense Carlos Morales fue inicialmente confeccionada a partir de una bio-bibliografía realizada, para la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Costa Rica, por la entonces alumna Ana Ruth Sanabria Méndez, en mayo de 2001. Con el paso de los años, se le agregaron otros contenidos y se ha actualizado con la obra periodística y literaria del autor.
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