Carlos Morales Cuando las tropas golpistas del traidor Pinochet bombardeaban la Casa Presidencial de Chile, aquel 11 de setiembre de 1973, un flaco ex Ministro de Educación, ahora desempleado, logró salvar los umbrales de fuego y se puso a la orden del todavía mandatario. Salvador Allende, el legendario estadista que moriría unas horas después, al estrechar su mano en el fragor de las balas, le dijo: “Usted estará siempre, Aníbal¨. Aníbal Palma Fourcade está, pero ya no está. Me acaban de comunicar su partida esta madrugada, y no puedo menos que recordarlo con esa alegría de vivir que me contagió como hermano del alma, y con quien inventamos mil aventuras: desde fundar un Instituto Costarricense Chileno, otorgar algún premio, traer intelectuales, organizar cien actos culturales, irme a estudiar radiodifusión a Santiago, o pasar todos los lunes, con nuestras parejas, bailando rumbas en la Academia Merecumbé. ¡Había que verlo radiante y pleno, bailando la Cumbia Caletera! Su sonrisa espléndida y sus movimientos nerviosos no decían para nada la clase de héroe que escondía su figura quijotesca. Allende llegó a amarlo como a un hijo y, cuando apenas tenía 25 años, lo nombró Ministro de Educación Pública. Aníbal encabezó el polémico proyecto ENU y los estudiantes lo aclamaban como a una estrella del fútbol. Por ser el más joven, ante La Moneda gritaban: “el Pibe, el Pibe”. Y el histórico gobernante lo llevó con él hasta la ventana para que saludara. Ocupó otras carteras, presidió el Partido Radical, fue candidato a Senador, pasó meses de tortura en Isla Dawson, ocho años en el exilio, y se internó clandestino para seguir luchando por sus ideales solidarios. Y todo eso y más, lo hacía con la misma naturalidad humanista con que se lució como embajador en Costa Rica en los 90. La dignidad, la alegría, la valentía y la lealtad, eran para Palma una piel, un modo de vida que cargaba sin sentir ningún peso. Como todos los hombres superiores. Por eso todo el mundo lo amaba… Tanto como su Fanny del alma, quien lo acompañó hoy, hasta el último minuto, como una heroína del amor y de la vida que el héroe de la patria le enseñó cómo había que Ser. Si lo dijo Allende, así tendrá que ser: “Usted estará siempre, Aníbal”. Costa Rica, 16-2-23. Carlos Morales, Poli Délano, María Quirós y Aníbal Palma en Cartagena, Chile, en 2005
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InformaciónEsta página del escritor costarricense Carlos Morales fue inicialmente confeccionada a partir de una bio-bibliografía realizada, para la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Costa Rica, por la entonces alumna Ana Ruth Sanabria Méndez, en mayo de 2001. Con el paso de los años, se le agregaron otros contenidos y se ha actualizado con la obra periodística y literaria del autor.
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