Fragmento de la novela
“Aguas del Torres me llevan” Y por esas vueltas raras de la vida, Calibre terminó siendo amigo, con derechos, de la Milagro. Él había terminado estudios de contabilidad en la escuela Gregg, pero eso no era lo que le gustaba: desde chiquillo había soñado con montar una peluquería, como la de su tata, y ahora, de viejo, la vino a poner en San Blas de Moravia. La bautizó “La luz de sus economías” y en broma decía que daría un plato de sopa por cada peluqueada. La Milagro, por su parte, tras el incidente, se vino a vivir a San Jerónimo huyendo de su viejo amor, porque si bien Ferrandino pasó mucho tiempo recluido y medio inconsciente, a ella le quedó el susto y sabía muy bien que el Pastor nunca la perdonaría y la podía mandar a matar con sus armas físicas o metafísicas. Andaba siempre a las escondidas en el taxi pirata de un amigo “contra” que conoció en Chinandega y salvó de todos sus crímenes con una simple pasada de aceite. En una de esas vueltas ella entró a La Luz para teñirse las canas y Calibre, como es su norma, le metió conversa. Ella fue la que le contó toda su travesía por Honduras y el vía crucis que vivió con al predicador en Nicaragua. Le dijo la Milagro: Lo que pasa es que para el año 1987 el gran gurú de Ferrando, un tal Maciel que vivía en México, había organizado un plan masivo de evangelización católica en Centroamérica para instalar su institutos Cumbres en pueblos indigentes y cobrar los diezmos que hasta esa fecha el Vaticano le agradecía. Mandó a poner señales en las carreteras y en las entradas de los pueblos. Diseñó una cruz quemada con palos de jaúl y les cruzó una tela de charmelina morada con el rótulo en dorado de: LA MISION VIENE. Abarrotó los caminos de carteles y generó una gran expectativa. Las gentes, sorprendidas o asustadas, no entendían que era la cosa, pero como estábamos en Semana Santa y en tiempos de guerra, pensaron que se trataba de algo propio de la época, alguna propaganda de la dominante iglesia católica. Los Legionarios de Cristo lograron colocar estos signos en los árboles de carretera y en los postes de la luz eléctrica en muchos pueblos de Honduras y en la costa occidental de Nicaragua. La intención era recorrer esos lugares, evangelizar en carpas y regar la mies, terminando en Costa Rica con una gran marcha y concentración en La Sabana, por lo que a Ferrandino le llegó el aviso para que ayudara. Mas la temerosa población de los campos observó que pasaba y pasaba el tiempo y la tal misión no llegaba. Casi un año transcurrió. Sucede que por esas fechas, el periódico New York Times dio a conocer los espeluznantes actos de corrupción del Regnum Christi en México, los amoríos de su falso profeta, los millones de pesos que recibía en ofrendas y la congregación, por supuesto, entró en crisis. Maciel se enclaustró en Cholula, los rótulos cruzados se fueron pudriendo y muchas telas se cayeron. Entonces el Pastor me dijo: –Vámonos para Honduras, repongamos los carteles y aprovechemos este ambiente para fundar allá la congregación de la Liviana Sangre. La gente va a creer que somos la esperada Misión y nos lloverán las donaciones. Para ese entonces estábamos criando juntos a Luis Felipe, un niño de cuatro años que el Ángel trajo a nuestro departamento en Hatillo y me dijo que lo había recogido de la calle y teníamos que criarlo. Yo no puse resistencia, me encariñé mucho con el chiquillo y me convertí en su nueva madre, de modo que los tres jalamos para el norte en la Volkswagen roja que nos había facilitado Canal 8. Yo me había enamorado de él, pero él no. Él no se enamora de nadie, él está enamorado de sí mismo, aunque juegue de humilde y entrecierre los ojos inclinando la cabeza hacia un lado cuando habla con uno. Me acoplé a Luisito como una ostra y desarrollé un nuevo tipo de amor, ya no podía estar sin él. Aunque el Pastor me esclavizara, el niño era mi refugio, mi consuelo. Llegamos hasta la población de Olancho, pero había demasiadas disputas en ese pueblo y mejor nos devolvimos a San Pedro de Sula, donde a base de perifoneo instalamos tres cálices (así llamaba el Ángel las sedes) en viviendas campesinas. Los sermones del Pastor soliviantaron toda la región. La gente se refugiaba en ellos para olvidarse de la guerra de “los contras” que azotaba aquellas comunidades. Venían a recibir milagros y oraban en éxtasis hasta dejar todos sus bienes. Pasábamos una bolsa morada y la llenaban de plata. Crecimos: se puede decir que triunfamos, hasta que, una tarde en Sébaco, me golpeó la desagradable sorpresa de encontrar a Ferrandino abusando del pequeño Luis Felipe. Lo estaba usando igual que me usó a mi y eso me destruyó por dentro. Yo le había perdonado todo al cabrón y hasta le conseguía las güilas para que no me dejara botada en Nicaragua, pero esta sí que no se la iba a perdonar. –“Me la vas a pagar hijueputa” –le susurré, pero me tragué la furia, cerré el pico y seguí con él la gira hasta que llegamos a Costa Rica, donde había una lluvia de cruces por las calles y toda La Sabana estaba sembrada de jaúl quemado y pancartas de la Misión y la Liviana Sangre. Los acólitos habían trabajado bien. El sábado 24 de marzo llegamos a la concentración y yo todavía me ahogaba por dentro… El como si nada, porque como se sentía el escogido de Dios suponía que nadie revelaría nunca sus canalladas… No pude aguantar más donde vi tantos miles de personas embrujadas por el heredero de Maciel…Por eso pasó lo que pasó…Por eso dije lo que dije… Calibre no podía entender que así hubiera terminado su amigo de infancia, no era compatible con su inocencia de chiquillo, y por eso fue que dejó de visitarlo. Comments are closed.
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Por una bio-pic del autor haga clic
InformaciónEsta página del escritor costarricense Carlos Morales fue inicialmente confeccionada a partir de una bio-bibliografía realizada, para la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Costa Rica, por la entonces alumna Ana Ruth Sanabria Méndez, en mayo de 2001. Con el paso de los años, se le agregaron otros contenidos y se ha actualizado con la obra periodística y literaria del autor.
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